3 de mayo de 2015

Moverse en Libertad

Moverse en Libertad
de Emmi Pikler (1902-1984)
Autora del artículo Leslie Kálmar Stokoe para la AEP, octubre del 2009



  

Emmi Pikler (1902-1984), pediatra formada en Viena toma a su cargo en 1946 la casacuna del Instituto Loczy en Budapest, Hungría - hoy en día Instituto Pikler. El centro acogía a niños de 0 a 3 años alejados de sus familias a causa de la tuberculosis, por la guerra y a huérfanos.
 El libro trata de las investigaciones llevadas a cabo entre los años 1946 y 1963 período en el cual ha observado el desarrollo psicomotor global de 722 niños. Tal fue el interés sobre su metodología que en 1968 la OMS subvenciona un estudio catamnésico a 100 jóvenes entre 17 y 23 años, que habían sido educados en el Instituto Loczy, revelando resultados positivos en sus vidas ya como adultos, en relaciones sociales, familiares y laborales.
Actualmente existe la Fundación Internacional Emmi Pikler en Budapest y la Asociación Internacional Pikler-Loczy que ofrece simposios, conferencias y becas para especialistas y existen perspectivas de crear un Centro Pikler dedicado a la investigación y la formación.



 El papel del adulto en el desarrollo motor del niño

En los capítulos iniciales de su libro Pikler expone un detallado análisis sobre el desarrollo motor y las contradicciones que se encuentran en los manuales de reconocidos pediatras de su época. En ellos se exponen sobre cuáles son los estadios posturales habituales que los niños deben cumplir para un desarrollo óptimo y normal.
La investigadora cuestiona dichos protocolos al no haber acuerdos en los criterios ni en los baremos que establecían los pediatras y nos demuestra los resultados de su metodología basada en el desarrollo motor natural. Pikler plantea ¿qué y en qué momento se considera como lograda una postura sentada? Para algunos pediatras significa ser sostenido entre almohadones mientras que para otros es sin la ayuda de éstos. Hay diferencias en opinión en el tiempo de permanencia y mantenimiento de dicha postura como así también en cuál debe ser la  firmeza y curvatura de la columna; algunos establecen que es desde la primera vez de la aparición del movimiento frente a los que opinan que es por la adquisición y dominio de ésta; por haber sido colocado por el adulto o por los que están a favor de que el niño debe adoptar la postura por sí mismo. 
Otra de las argumentaciones que expone Pikler se refiere a los criterios de  validez que utilizan los pediatras para determinar un desarrollo postural normalizado. La mayoría de la bibliografía existente está basada en los estudios del comportamiento motor observados en los exámenes sobre el Sistema Nervioso Central con la finalidad de establecer un diagnóstico precoz sobre anomalías. Sin embargo para esta autora dichos estudios no determinan ni especifican cómo es el desarrollo natural del bebé en su propio ámbito que es donde se desenvuelve cotidianamente.
Para su investigación Pikler parte del siguiente cuestionamiento: ¿Cómo es el desarrollo motor del niño en función de una “enseñanza” por parte del adulto o sin ella? Y sus conclusiones derivan en planteamientos y argumentaciones que provocan una disyuntiva entre dos líneas claras de intervención en el desarrollo postural y motor del niño. Una es la que está a favor de una intervención directa del adulto sobre la actividad del niño en cuanto al desarrollo postural frente a los que opinan lo contrario, el adulto no debe intervenir de forma directa sino acompañar y favorecer el ambiente para el desarrollo natural del niño.
Si optásemos por el sí, el adulto debe enseñarles a conseguir las posturas óptimas, sin embargo habría que preguntarse ¿y cuál es el acuerdo sobre los estadios del desarrollo habitual, cómo son las acciones secuencias para adquirirlos, en qué períodos de tiempo? ¿Es el mismo protocolo para todos los niños? Esta línea de intervención argumenta que hay que ayudar al niño a colocarlo en posición sentada o de pie con recursos como hamacas con resortes, tacatás, cojines, etc; y a partir de allí aprendería los desplazamientos enseñados.

Haciendo frente a estas posturas Emmi Pikler argumenta en su tesis doctoral las consecuencias que pueden incidir en el desarrollo del niño con este tipo de intervenciones impuestas por el adulto:
-Un niño que es enseñado a adoptar una determinada postura no investiga la variedad y riqueza de movimientos alternativos ni la transición que existe de una a otra. Su musculatura no se ejercita en armonía según sus propias necesidades fisiológicas provocando crispación muscular, movimientos descoordinados y “torpes”.
-Un niño colocado por la mano adulta en una postura determinada, por ejemplo sentada, no puede deshacerla, permanece largos períodos en una postura fija y no puede investigar el espacio ni elegir un objeto que no esté a su alcance sino jugar con el que le ponen cerca sus cuidadores. Por lo tanto puede derivar en frustración y en una relación de dependencia con el adulto.
-Al mantenerse en períodos largos significa que deja de desarrollar sus capacidades motoras finas ya que el niño está centrado en intentar sostenerse, mantener el equilibrio o en intentar salir de la posición no adquirida por sí mismo en vez de deshacerla cuando quiera para buscar sus juguetes.
-Colocarlo en una posición prona, boca abajo: dificulta o limita los movimientos de las manos, torso y cabeza. Por tanto desfavorece el reconocimiento del entorno y la manipulación.
-Colocarlo sentado antes de tiempo: su madurez muscular no está preparada y sus manos pueden estar limitadas a auto-sostenerse, su cabeza se tiende a “hundirse” entre los hombros.
-El adulto puede prohibir o cohibir las propias iniciativas de movimiento del niño por considerarlas no apropiadas.
Pikler considera las ventajas que inciden por la no intervención directa del adulto en el aprendizaje postural y desarrollo motor. Lo que hoy es llamado el método Loczy parte de las siguientes bases:
Se aprecia una ejercitación de movimientos coordinados, sin crispación muscular pues se parte desde una posición estática adecuada ya adquirida por el niño.

La ejercitación está integrada en su actividad y no es intermitente por intervención e imposición del adulto
Pikler postula que existe un desarrollo motor óptimo y natural sin la intervención directa del adulto si se ofrecen las condiciones adecuadas para que se desenvuelva.
Para una libertad del movimiento hay que tener en cuenta:
a)     un espacio suficientemente amplio y sin hacinamientos de niños por metro cuadrado
b)     obstáculos que se identifiquen como dificultades accesibles a superar tales como escalones, mobiliario y con medidas de seguridad apropiados para que no sufran daños físicos.
c)      vestimenta amplia y cómoda para moverse
d)     objetos estimulantes para su edad y que el niño escoja el que le guste
e)     suelo firme para que le permita apoyarse y desplazarse fácilmente
f)       no influir directamente
g)     no apresurar el progreso de su desarrollo (estadios y edades)
h)    no prohibir ni cohibir las propias iniciativas motoras del niño
Es entonces que el rol del educador sería el de darle la posibilidad al niño que se mueva a su antojo sin poner en peligro su seguridad ni la de sus compañeros, no coartar ni prohibirle las iniciativas de movimiento.
Se debe establecer una relación emocional satisfactoria acompañándole en sus logros y vigilando las situaciones inesperadas que no pueda superar autónomamente; por ejemplo, intervenir cuando se le atasca un pie, etc. Asimismo en las ocasiones en que el niño no se siente a gusto en sus nuevos intentos motóricos el adulto le colocaría en una postura anterior, familiar al niño, para que continúe con su actividad; por ejemplo cuando el bebé se voltea boca abajo por primera vez y se disgusta y no es capaz de retornar a la posición dorsal.
El método Loczy favorece en el niño su autoafirmación, autonomía de movimientos, iniciativa, autoconfianza, alegría en los logros, placer por la búsqueda y la exploración, independencia para poder adquirir y deshacer la postura las veces que quiera sin imposición externa, se muestra activo. Asimismo ejercita la musculatura y los movimientos apropiados de forma armoniosa, además adquiere una riqueza de movimientos alternativos y los recursos para la transición de una postura a otra.
Asimismo tener en cuenta y respetar los tiempos pues un niño puede adelantarse a otro en adquirir la posición sentada pero puede permanecer largo tiempo antes de llegar a  arrodillarse. Mientras que su compañero puede tardar más en sentarse pero menos en arrodillarse. Lo mismo ocurre con los tiempos que cada niño se toma en abandonar las posturas anteriores al adquirir las nuevas.

En azul las acciones que pueden producirse sin un orden cronológico preestablecido.

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